Martes 20 de agosto de 2024. El casi expresidente de México, Andrés
Manuel López Obrador, es todo un personaje. Estoy convencido de que su
pasión por la historia, particularmente la de nuestro país, lo hizo
sentirse obligado a grabar su nombre en la vida de la nación mexicana.
Para ser justos, debemos de reconocer que lo logró. Para lograrlo debió
de esperar muchos años, dedicar su esfuerzo y heredar un México
polarizado a su sucesora.
Aunque el señor López tiene muchos años dedicados al activismo político
y social, fue hasta este siglo cuando su nombre comenzó a resonar en las
calles. Para quienes lo ignoran, lo han olvidado o desearían que no
hubiera pasado, es preciso recordar que Andrés Manuel dio sus primeros
pasos en la arena política de la mano del Partido Revolucionario
Institucional en su estado natal. Sí, lee usted bien, AMLO fue priista
durante 12 años. Inició su carrera junto a Carlos Pellicer y Enrique
González Pedrero.
Casi al mismo tiempo, don Andrés decidió estudiar la licenciatura en
Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM, profesión de la
que se tituló 11 años después de haber concluido sus estudios y con un
promedio que apenas superó el siete de calificación con la tesis
“Proceso de formación del Estado nacional en México 1824-1867”. En dicho
documento, Obrador hace un recuento desde el gobierno de Guadalupe
Victoria hasta Maximiliano, pasando por Santa Ana, Álvarez, Comonfort y
Juárez. Citando ampliamente a intelectuales priistas como Jesús Reyes
Heroles y Agustín Yáñez.
“…el proyecto centralista se mostró incapaz de resolver los problemas
fundamentales del país y lograr una paz duradera. Las causas de este
fracaso se encuentran en la contradicción entre forma de gobierno y
realidad nacional…” (p. 175). Al leer estas palabras parecería que nos
referimos al gobierno actual, pero no, se trata de un extracto de la
tesis de López Obrador.
Quien también señala un gobierno centralista que: “…subordinó la
sociedad civil al poder militar y asfixió las inquietudes económicas…”
(p. 175). Además, el gran promotor de las transformaciones históricas
del país: Independencia, Reforma y Revolución, atenta contra las mismas
en su escrito al asegurar que: “…es necesario aclarar que la formación
del Estado nacional de México no produjo cambios en favor de la
población mayoritaria del país” (p. 178). Y sentencia: “Pero la nueva
organización política liberal había surgido, en lo esencial, para
satisfacer las necesidades y afianzar los intereses y la ideología de
las clases económicamente dominantes”. ¡¿Pues quién lo entiende?! ¿No
que los liberales siempre vieron por los pobres? La incongruencia en su
esplendor.
Lo reitero: actualmente no existe un priista más priista (de la vieja
guardia), que Andrés Manuel López Obrador. De igual manera, López
Obrador es un amplio conocedor de la historia política y social de
nuestro país, por ello la tergiversa, la corrompe, para sacar provecho a
su favor.
Luego de esta recopilación, hay que recapitular que, luego de ser el
dirigente estatal del PRI, AMLO fue fundador del PRD, partido del que
fue dirigente nacional y después renunciaría al no garantizarle la
candidatura presidencial; para, posteriormente, fundar MORENA.
Institución que lo llevaría al poder, luego de 13 años en “no” campaña.
Malamente, la preparación política está vinculada con la simulación y el
conservadurismo. Nada más ajeno a la realidad. Prueba de ello es que,
¡hay niveles! Pues la presidente electa de México sí se preparó para el
puesto que ocupará: fue delegada, secretaria de gabinete, jefe de
Gobierno. Ni hablar de su formación académica que llega hasta el
doctorado. En fin, insisto: ¡hay niveles!
Post scriptum: "La burla es el miedo que emplea el ignorante para
sentirse sabio", Bladimir Merino.
*El autor es escritor, catedrático,
doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de
Administración Pública (INAP).