Martes 13 de agosto de 2024. Luego de declararse un país independiente,
y como consecuencia de los acuerdos alcanzados mediante el Plan de
Iguala y los Tratados de Córdoba, nuestro país adoptó un gobierno
“monárquico-constitucional representativo y hereditario”, conforme a lo
dispuesto en el Reglamento Provisional Político del Imperio Mexicano en
1822.
Sería hasta enero de 1824 cuando se establecería una “República
representativa popular federal”, mediante el Acta Constitutiva de la
Federación. Tal disposición se ratificaría meses más tarde con la
promulgación de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos,
dividiendo así al Supremo Poder de la Federación en tres órganos: el
legislativo, el ejecutivo y el judicial. En la que fuera nuestra primera
constitución como país soberano y republicano, también se estipuló que
el Poder Ejecutivo se deposita en una sola persona y que ésta contaría
con un vicepresidente. Así mismo, aquella ley suprema dispuso la
posibilidad de que un presidente fuera reelecto “…al cuarto año de haber
cesado en sus funciones”. Las Leyes Constitucionales de 1836 promovidas
por su alteza serenísima Antonio López de Santa Ana, además de crear el
Supremo Poder Conservador, facultaban al presidente de la República para
ser reelecto, si así se le daba la gana.
Por lo que puede observarse, contrario a lo que todo mexicano habría de
suponer, el principio de no reelección apareció hasta fines del siglo
XIX, y fue puesto en marcha parcialmente con una reforma constitucional
en 1878, prohibiendo la reelección inmediata. Para 1887, la reelección
inmediata fue autorizada nuevamente. Fue en 1911 cuando una reforma a la
Constitución de 1857, vigente en ese entonces, estableció que el
presidente y vicepresidente “nunca podrán ser reelectos”.
Con la promulgación de la Constitución de 1917, se retomó el periodo
presidencial de cuatro años y la prohibición de ser reelecto. Además, se
limitó la posibilidad de ser reelectos de manera inmediata a quienes
fueran presidentes provisional o sustituto. Diez años más tarde, el
entonces presidente Plutarco Elías Calles promovería una reforma para,
nuevamente, permitir la reelección no inmediata y ampliar el periodo de
gobierno a seis años. Irónicamente, el “jefe máximo de la Revolución”
consolidó los mismos principios que impulsó Porfirio Díaz siendo
presidente. Sí, el revolucionario logró que el sello porfirista se
hiciera presente en la nueva constitución. Derivado de ello, el
expresidente Álvaro Obregón estuvo en condiciones de ser candidato
presidencial por segunda ocasión y ganar las elecciones. Su infortunado
asesinato impidió que Obregón Salido ocupara la Presidencia otra vez y
por seis años. Así, Calles impuso lo que, con el tiempo, sería conocido
como “El Maximato”. Tres presidentes, dos sustitutos y uno electo
constitucionalmente (que renunció), en seis años.
Luego, don Plutarco anunciaría la transformación del país de caudillos
en el país de instituciones. Él mismo, fundaría al PRI. Con el paso de
los años, presidentes y legisladores en distintos momentos concretarían
un sinnúmero de reformas a la Carta Magna, permitiendo (o no prohibiendo
expresamente) la reelección no inmediata en diferentes cargos de
elección popular. Ya con las reformas estructurales de 2013-2014, la
reelección de diputados federales y senadores fue reincorporada
abiertamente. Como consecuencia, ediles y diputados locales también se
ampararon bajo dicha figura.
Ahora, el actual “heredero de la Revolución” institucionalizada aplicó
la filosofía callista, reformó los estatutos del partido tricolor y con
una burda argucia se reeligió. Las vueltas que da la (reticente) vida. Y
aunque la virtual presidente electa se manifiesta en contra de la figura
reeleccionista, habrá que ver si el que se va a “La chingada”, no
dispone otra cosa.
Post scriptum: “El secreto del cambio es concentrar toda tu energía, no
en luchar contra lo viejo, sino construir lo nuevo”, Sócrates.
*El autor es escritor, catedrático,
doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de
Administración Pública (INAP).